¿Qué proyecto político, y que imagen de dirigente/a puede solucionar la crisis en Argentina?

Se lanzan las candidaturas para las próximas elecciones nacionales en Argentina ¿Y qué observamos? Cruces agresivos, denuncias, ataques entre cada sector. La idea es simple para pensar, éstos grupos pequeños que buscan el poder acaso, ¿Tienen la ética, la moral y la capacidad para dar las mejores respuestas a la crisis económica, social e institucional en nuestro país cuando se destruyen entre ellos mismos? ¿Son el ejemplo a seguir?


En Argentina y como se vislumbra en otras partes de América, Europa inclusive, los políticos han creado un sistema de poder basado en la personalización y castigo, hacia adentro especialmente de las instituciones de los Estados democráticos.

No vas a ver una foto de Alberto Fernández con Cristina Kirchner porque salen a decir que hay debilidad del Presidente; o una foto de Patricia Bullrich con Horacio Larreta, porque genera confusión ideológica: una dura el otro blandito.

En Lomas de Zamora sucede algo similar. No vas a ver a Insaurralde con Alberto F, ni a dirigentes y funcionarios municipales salir en fotos con la intendenta Lesci, salvo 2 o 3 como mucho porque tienen el permiso político. Todo tiene que ver con sacarle autonomía al que dirige, personalizada en el que manda o conduce el partido o movimiento. La personalización al máximo.

El terror de funcionarios y trabajadores/as a ser separados, castigados o retados es constante, al igual que la ansiedad por no saber si continuarán en su puesto. Te ponen y sacan como si fueras una ficha del juego de damas. No hay personas, sólo números.

La Argentina tiene miles de precandidatos que quieren el poder, dicen, para solucionar los problemas de la gente y generarle mejoras en sus estándares de vida. Y como en un laboratorio, en donde se hacen las pruebas pertinentes y científicas para probar algo, visto está que el 99 por ciento de políticas y políticos sólo se enriquecen así mismos y sus familias. No le mejoran la vida a la gente como prometieron y juraron mil veces ante cámaras, entrevistas y en donde sea.

Se ha desvalorizado la militancia como el «hacer» desinteresado, respetado y valorado por si mismo. Desde hace 30 años, es rentado. Pero el que renta, político/a, se lleva mil veces más de dinero y espacios de poder del que da para manejar. Hay pocos que hacen política real, la mayoría son gerenciadores, empresarios que hacen negocios y manejan cuantas y personal, recursos humanos.

Esta mercantilización de la política hace que pocas instituciones y situaciones sean creíbles.

Cuando te dicen porque ¡Vamos a poner orden! con respecto a reprimir manifestaciones, o poner más patrulleros o policías detrás hay un interés: el de encubrirse con la fuerza pública para realizar acciones delictivas, aunque supuestamente legales, desde el Estado. Quién puede ir a reclamar a alguien que sólo ve la fuerza del poder de represión para hablar o dirimir cuestiones? Lo mismo sucede con la Justicia. Un enorme porcentaje funciona en el sistema de poder, porque ellos mismos forman parte de él. Nadie los puede tocar, con total impunidad.

Es la era de la destrucción de las instituciones ya sea con la impunidad, la mentira, la persecución a través del poder instituido. Una trampa en la que caen millones, a través del que llaman sistema democrático electoral, en donde las personas como individuos votan a otras personas o grupos, pero no eligen. Elige el dirigente la lista de precandidatos, el resto vota.

Mauricio Macri en 2015, mintió severamente a los argentinos en la campaña presidencial. No cumplió ni una sola de las promesas, entre ellas la baja de la inflación que dijo era cosa fácil, la no persecución política, la suba del empleo, el no endeudamiento nacional, apertura para ingreso de inversiones, construcción de rutas, universidades, jardines, etc. Fue todo al revés. Lo mismo hizo Carlos Menem en la década de los 90, cuando privatizó todas las empresas estatales, regalándolas y después hubo que recomprarlas a el triple del su precio.

Economistas de todos los colores tienen la posta. Te analizan situaciones complejas, te aseguran que saben como manejar las cuentas estatales, de como generar crecimiento del empleo, del PBI, la baja del gasto de Estado, pero sucede siempre lo opuesto. Eso sí, todos salen millonarios. El resto, paga sus cuentas. Es la historia de los que prometen, pero dejan rezagos de la guerra que ellos generan.

La Justicia es la institución menos valorada, junto con la política. No hay nada menos injusto que la Corte Suprema. Hoy 4 personas que nadie elije ni vota, ni controla, tiene el poder de decision de millones. Algo no funciona, no es cierto? Si la Constitución Nacional es clara en cuanto a la división de poderes y funciones de cada uno, porqué un grupo de jueces puede complicar o hasta decidir como se maneja un país? Evidentemente alguien no cumple la ley, y ésa es la Corte que tenemos los argentinos y que crearon los propios y sucesivos gobiernos tanto nacional como Capital Federal, que es un país aparte, no pertenece a la Argentina.

CABA es un país o un Estado aparte porque tiene una Justicia propia que como pulpo, atraviesa todas las instituciones. Luego está la Justicia Federal que tiene todas las causas importantes del país y trabaja en consonancia con la Corte Suprema. Obviamente, siempre ejerce su poder para favorecer a un grupo selecto, los poderosos argentinos.

Las políticas/os de hoy, se culpan de los desastres que ellos mismos ocasionan. Hoy unos, mañana otros, como si no fueran responsables del desastre. Creo obviamente, que hay diferencias porque no es lo mismo un Estado de derecho que uno que haga desaparecer a personas o las persiga. Tampoco creo en un Estado netamente libre comercio, en donde los grandes de comen al más chico por querer abrir la economía e inversiones. Terminan siempre ganando los otros. Tampoco creo en regalar los recursos naturales a vil precio y a costa del sacrificio de la destrucción de pueblos y el medio ambiente.

Creo definitivamente en la política, en la Justicia y las instituciones que se regulan con ética, que transmiten al Pueblo sus trabajados con pruebas fehacientes no con críticas o denuncias. Cuando el país crezca, cuando haya acceso a la educación, al trabajo con salarios dignos, paritarias, cuando la Justicia no persiga según el signo político y haya recuperado su humanidad, cuando el que accede a un cargo de poder mire a los ojos al que lo puso ahí o a las mayorías y resuelva lo que dijo que iba a resolver, ahí vamos a empezar a ser una Nación.

Ya no hay Sanmartines, ni Belgranos, Morenos, ya no hay quiénes defiendan al país por encima de cualquier cosa. Hoy es la entrega por cualquier motivo, con tal de salvarse ellos mismos.

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