Textos para el debate – La tierra prohibida. Usurpadores y apropiadores


Muchas veces leemos o escuchamos decir: ¡Éstos usurpadores! al hablar de la propiedad privada, y demás cuestiones atinentes a la tierra, los terrenos y espacios de tierra en toda la Argentina.

Desde ya que no hablo del terreno de una familia, de un propietario, de aquel que con esfuerzo compró una parcela y construyó su vivienda, o adquirió ya construida.

Hablo específicamente de millones de hectáreas que fueron el inicio del conservadurismo y burguesía terrateniente de nuestro país -oligarquía más tarde-, quienes mantuvieron siempre y hasta hoy de rehén al pueblo a través del mito: la Argentina es el campo. Hoy también es de los extranjeros, cuando millones de argentinas/os no pueden acceder a un espacio para vivir.

Ahora, ¿De quién es la tierra en Argentina? y más profundo aún ¿Cómo la obtuvieron los que dicen ser dueños y/o herederos?


Desde 1826 en adelante, la Ley de Enfiteusis permitió a los «enfiteutas o arrendatarios» comenzar a hacerse de las primeras tierras fiscales nacionales merced el poder que ya ostentaban como terratenientes. Es así, que mediante el gobierno de Bernardino Rivadavia, un puñado de familias se quedaron con más de 8.600.000 mil hectáreas de tierras fiscales de las cuáles «pagaron» cánon bajísimo, y a precio vil las tomaron, otra manera de decir, las usurparon.
Recordemos
Los apellidos «ilustres» de la usurpación eran las familias Aguirre, Anchorena, Álzaga, Alvear, Arana, Arroyo, Azcuénaga, Basualdo, Bernal, Bosch, Bustamante, Cabral, Cascamares, Castro, Dorrego, Echeverría, Gallardo, Gowland, Larrea, Lezica, Eguía, López, Ocampo, Ortiz Basualdo, Páez, Quiroga, Rozas, Quirno, Sáenz Valiente, Lacarra, Díaz Vélez,  Ezcurra, Lynch,  Miguens, Irigoyen, Lastra, Otamendi, Pacheco, entre otras.
La enfiteusis, que era una ley de inviolabilidad de la tierra pública, terminó siendo un acuerdo entre las familias de la oligarquía terrateniente y Rivadavia, que no sólo había diseñado la entrega de tierras fiscales a precio regalado, sino que además condenó a nuestro país a la primer gran deuda que buscaban los británico para endeudar países: el préstamo a la Baring Brothers.
Observen en éste texto a continuación, los motivos de la deuda solicitados por Rivadavia, para que fueron destinados, y los nombres de la célebre burguesía comercial de ése entonces. Los propios hermanos Parish Robertson junto a familias porteñas se quedaron con casi la mitad del empréstito, a manera de «comisión». Comenzaba la traición y venta de nuestra Patria nuevamente a los ingleses, que ya querían invadir el Paraguay y utilizaba no sólo a los hermanos Parish sino también a los gobernantes del Río de la Plata, como Rivadavia.
Después en la década del 80 (1880) con Roca a la cabeza, la persecución al gaucho, los originarios y con la esclavitud a mano, se generaron los latifundios y empresas de la Argentina de la Sociedad Rural, los mayores usurpadores de tierras fiscales, ya sea por obra del fusil, la sangre o por medio del Estado -mayormente- se quedaron y apropiaron millones de hectáreas de tierra.

 


Hoy debe ser de discusión pública, estar en agenda de temas importantes el tema de una reforma de la tierra. La megaminería, y los negocios inmobiliarios no sólo deja afuera a millones de argentinos sin su terreno por la enorme especulación en materia de precios, dolarizados, inalcanzables y que, casi siempre, el Estado no protege como debiera hacerlo.

Ésa especulación inmobiliaria con accesos -autopistas, rutas, servicios etc- es pagados por las mayorías para unas minorías, y sostenidas además con subsidios e impuestos para que las disfruten pocos. Millones de familias, trabajadorxs, estudiantxs, aquellos que desean tener su lote, su casa sin posibilidades de acceso y alquileres que crecen cada vez más, quedan en una sin salida creciente. Todo en manos de la especulación

Ahora, los Estados toman nota de éstas preguntas ¿Cómo pueden esperar que haya pacificación social con tanta desigualdad?. ¿Cuánto impuesto paga un terreno que se vende mínimo a millón y medio de pesos y que se vende en dólares? ¿Por qué se castiga y persigue al que toma un terreno -Guernica por ejemplo- y no a los que se quedaron con millones de hectáreas estafando al Estado, o asesinando en nombre de él? Hay algo que no cierra


 A Córdoba la están rematando y quemando de manera impune. Un ejemplo sucedió al conocer Santa Rosa de Calamuchita; hablé con muchos habitantes, de diferentes zonas y posiciones económicas y laborales y la mayoría acuerda en decir: acá hay más inmobiliarias y estudios de arquitectura que personas. 
Terrenos de dudosa titularidad y procedencia, con supuesta posesión, y así muchísimas opciones que van desde los 550 mil pesos a los 50 mil dólares.
Pasa en todos lados, la cuestión de la Tierra, ¿De quién es y cómo la obtuvieron? sabemos que los grandes terratenientes la obtuvieron a bala, sangre y fuego. ¿Acaso no fue usurpación al obtener algo por la fuerza, en éste caso millones de hectáreas y asesinando a razas enteras de pueblos originarios?
 
Y uno se pregunta, cómo es posible que extranjeros tengan tantos millones de hectáreas de tierra argentina, en zonas protegidas, de valor estratégico-seguridad limítrofe. En nuestro país existen además 1200 reservas naturales, privadas. Enormes compañías multimillonarias compras ésas reservas de tierra virgen para protegerlas, pero hay muchas que además luego, las parcela y vende. Así como lo lees, con acceso privado a ríos, arroyos, y cerros por donde no podrán pasar la mayoría de las personas.
Cerros y montañas de una familia, ¿podés creerlo?
En Capilla del Monte, muchos saben que el Uritorco y la zona completa está privatizado por una familia usurpadora de la oligarquía, los Anchorena. Unos $1700 por persona para acceder a la cumbre.
En Los Terrones, camino a Ongamira, lugar geológico privatizado unos $800 pesos por persona, más lo que le quieras dar al guía.
La mismísima e histórico espacio Ongamira en donde vivían los Comechingones, que fueron asediados y asesinados por los españoles, hay que pagar 300 pesos por persona para caminar por unas sendas.
Privatizar el agua, la tierra, el monte, bosque, cursos de arroyos e infraestructura para los supuestos dueños, es una doble estafa. A los mismos que nos cobran el acceso a lugares naturales, les hacemos las rutas y caminos, y les pagamos encima peajes.
Pasa en todo nuestros país, desmontes en el impenetrable chaqueño, Santiago del Estero, para plantación de soja y otros cultivos. Pasa, sigue pasando y después nos decimos: que usurpadores, una familia que busca cobijo, pagar su tierra, con servicios para vivir dignamente.
Todo se trata de capitalismo, todo se trata de dinero. Todo se trata de negocios

Distintas líneas de reflexión contribuyeron a forjar esta visión. La primera tiene por protagonistas a integrantes de las elites gobernantes liberales que, interesados en comprender el proceso de formación de la gran propiedad, ya en el siglo XIX comenzaron a estudiar la política de cesión de tierras públicas al dominio privado. Sus trabajos, centrados en el análisis de las leyes de tierra de la era republicana, señalaron cómo la enajenación de este bien público resultó fundamental para la construcción de las grandes fortunas rurales (Avellaneda 1865; Cárcano 1917). El Estado fue, en esta visión, el gran responsable de un proceso de concentración del suelo que colocó a la Argentina en una trayectoria divergente respecto a la de las admiradas sociedades de agricultores independientes -productores familiares prósperos y eficientes, a la vez que altamente integrados al mercado- típicos de las agriculturas de América del Norte.

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